
Y surgen diez mil ideas distintas de las cuales solo pocas diré en voz alta.
Mis ojos se pierden en la inmensidad de la mente, me desconecto de todos.
En un viaje lento y rutinario, donde ya nada me sorprende,
Escucho las melodías que me acunan en la tranquilidad, en la satisfacción.
Me olvido de las preocupaciones, de las personas, de los idiotas.
Y es el único momento del día del que me siento orgullosa de mi misma.
Hasta que el viaje se termina, las melodías se acaban.
Mi cuerpo vuelve a chocar contra el mundo.
Y vuelvo a escuchar los pasos y murmuros de la multitud.
¿Donde quedaron esas ideas intangibles y placenteras?
Seguramente se hundieron en el océano de la memoria. Y surgirán nuevamente...
En otro viaje.
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